Oscar Quezada
La idea de cargar cientos de gramos de drogas en el estómago o en
la cavidad anal y vaginal, suena como un episodio extraído de una
película de ‘gánsters’. Pero no. Es algo común dentro de las modalidades
que utiliza el narcotráfico para enviar o sacar drogas desde República
Dominicana hacia los Estados Unidos y Europa. A esas personas les llaman
“mulas” y son capaces de utilizar, incluso, imágenes sagradas dentro de
la religiosidad popular para llevar a cabo sus ilícitas operaciones.
El pasado día cuatro, esos hombres y mujeres con valor hasta para
tragarse más de 70 bolsitas de cocaína y expulsarlas cual pollitas
ponedoras, intentaron sacar del país varios paquetes de cocaína
escondidos en un cuadro de la Virgen de la Altagracia. La Dirección
Nacional de Control de Drogas (DNCD) evitó el envío, que tenía por
destino a los Estados Unidos y Canadá.
Estas formas de transportar drogas camufladas o escondidas comenzó
primero con la particularidad de tragar bolsitas envueltas en fundas
plásticas y expulsándolas en puntos predefinidos, luego, los
narcotraficantes vieron que este truco era de fácil detección y
apuntaron sus artimañas a las mujeres que rentan sus genitales para
introducirse cientos de gramos de cocaína.
Los años pasaron y los métodos cambiaron, conforme las autoridades reinventaban nuevas estrategias de acción.
Así fue creciendo el narcotráfico con “mulas” dispuestas a someterse a
indescriptibles sacrificios, en aras de cumplir cabalmente las órdenes
superiores de las organizaciones mafiosas a las que responden y
pertenecen.
Estos hombres y mujeres de distintas edades (incluidos ancianos) son
entrenados para trasladar drogas en el estómago, vagina, pañales
desechables, latas de leche en polvo, envases de salsa, guandules,
acondicionadores de pelos y hasta en pretinas de pantalones y faldas.
Los agentes antinarcóticos parecen acostumbrados a los múltiples
artificios que utilizan los narcotraficantes para transpotar y
comercializar diversos tipos de estupefacientes.
Para los agentes que arriesgan sus vidas persiguiendo y ubicando
narcotraficantes, detectar cientos de gramos de cocaína en un condón
cuidadosamente introducido en el ano de un hombre o mujer, o similar
cantidad de droga incrustada en el pañal o cuerpo de un niño, no es algo
que les resulte asombroso.
El perfeccionamiento al que aspiran los narcotraficantes para
introducir y sacar drogas obliga a las autoridades a idear nuevas formas
de enfrentar esa actividad criminal que se agudiza con los días y que
busca nuevos procedimientos para fortalecerse.
Desde pañales de niños hasta plantillas de zapatos
Los trucos del narcotráfico para despistar a las autoridades son
infinitos. Los que promueven ese negocio saben que la DNCD perfecciona
sus técnicas persecutorias y tratan de neutralizar sus acciones,
apelando a nuevos procedimientos. Por esta razón, para proteger sus
envíos, los narcotraficantes pueden usar plantillas de zapatos, el mazo
de bates de béisbol, fajas de adelgazamiento, botellas de ron y cerveza y
puros de tabaco.
Otras “mulas” arrestadas cargan en bultos y en el interior del cojín de una maleta o de funda de café.
En su lucha por poner a los narcotraficantes a raya, la DNCD ha
decomisado centros especializados en entrenar a personas para que pongan
sus anatomías y vidas al servicio de uno de los negocios ilícitos más
lucrativos.
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