Miguel
Cruz Tejada
NUEVA
YORK._ Durante cinco años, el dominicano José Herrera, en una actitud de alto
altruismo se dedica a dar de comer a miles de hambrientos en la ciudad, que
según los reportes más recientes del Banco de Comida (NY Food Bank) y la
Coaliciuón contra el Hambre, ya ascienden a unos 2.5 millones de personas y no
necesariamente desamparados.
Entre los
que hacen largas filas para acudir a los centros en los que esas y otras
organizaciones, ofrecen platos de alimentos, figuran familias enteras cuya
situación económica no les alcanza para proveerse los alimentos diarios que
necesitan.
Herrera,
es un reconocido voluntario en centros de El Bronx y Manhattan y sostiene que
la pobreza y el hambre, son problemas que nunca van a dejar de existir en la
República Dominicana, Estados Unidos o cualquier otro país del mundo.
Señala
que es testigo de cómo ha crecido la cantidad de personas que tienen que ir a
los centros a buscar la comida que se les ofrece gratuitamente.
Dijo,
aclarando que no quiere ser exagerado, que ahora está viendo cinco o seis veces
más la cantidad de gentes que busca comer que la que había hace cinco años
atrás.
Explica
que mucha gente que pierde su trabajo, no gusta de ir a esos centros porq1ue
por algún tiempo reciben los beneficios de desempleo, vergüenza, orgullo y
otras razones, pero cuando esos beneficios termina, se ven obligados a hacer
las largas filas para llegar hasta los platos.
Exhortó a
los que pasan hambre por falta de dinero a que dejen detrás el orgullo y la
vergüenza y acudan a los centros que sirven los alimentos.
Concluyó
diciendo que hay numerosos sitios e iglesias que ofrecen un servicio de comida
excelente a los necesitados y los estos, deben acercarse.
Entre
esos necesitados, está Gabriela, una mexicana que rehúsa dar su apellido y dice
que donde vivía antes de llegar a Estados Unidos, el pueblo de Santa Lucía del
Camino, tuvo que privarse de muchos lujos, pero nunca pedir comida.
Desde
hace un año, tiene que estar yendo a un centro de la Cuarta Avenida en Brooklyn
a buscar el pan y que está cerca de su casa. "Me daba mucho apuro pedir
comida por caridad, pero unas amigas me convencieron de que no tuviera
vergüenza", dijo la inmigrante.
Un
aumento de más del 20% de hambrientos se ha registrado en Nueva York en los
últimos tres años y la demanda incluye a familias con hogar, mayoritariamente
inmigrantes, según documentan el Banco de Comida y la Coalición Contra el
Hambre.
En los
cinco condados, sostienen los reportes, 1 de cada 5 persona, tiene que buscar
la comida en esas instituciones y la cifra se ha elevado a 1.5 millones, siendo
el 43% hispanos, porque 2 de cada 5 tiene problemas económicos para comprar
alimentos de primera necesidad.
El ex
pandillero puertorriqueño Heriberto Ríos es otro de los que buscan comida y
luego de casi perder la vida en su juventud al ser apuñalado rehace su vida,
aunque para ello, tiene que buscar ayuda en los centros donde se da la comida.
Muchos
envejecientes también se suman diariamente a la legión de hambrientos en Nueva
York. Los gobiernos estatal y federal proveen cupones de alimentos a través de
una tarjeta electrónica, pero los indocumentados no son beneficiados con el
programa, aunque sí sus hijos.
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