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Se confiesa la productora de la serie “Pablo Escobar: el patrón del mal”
Rosalina Marrero-Rodríguez / Enviada especial
Bogotá. Ya le había dado vueltas al tema del narcotráfico,
pero nunca antes lo llamó con nombre y apellido. La escritora y
productora Juana Uribe tenía todas las herramientas para llevar a la
pantalla la historia del capo más temido: Pablo Escobar Gaviria. No solo
por su bagaje creativo, sino porque el dolor que vivió Colombia en los
80 y 90 nadie se lo puede contar. Ella lo experimentó.
Su madre, la periodista Maruja Pachón, fue secuestrada en
noviembre de 1990 por orden del cabecilla del Cartel de Medellín, quien
así presionaba al Gobierno para que aboliera las leyes de extradición.
“Para
poder negociar su entrega, considera que solamente secuestrando y
blindándose de personalidades conocidas lo puede hacer, y secuestra a
varios periodistas”, cuenta.
Uribe, lejos de escapar del terror
que la acompañó durante los siete meses en que su progenitora estuvo en
manos del “Patrón”, consideró justo revivir esa época violenta de su
país para, en especial, honrar a las víctimas.
“Tenemos que verlo y
que nos duela para que no vuelva a pasar, porque esos Pablo Escobar
están ahí latentes”, dijo la vicepresidenta de Caracol TV, sobrina de
Gloria Pachón de Galán, esposa de Luis Carlos Galán, candidato
presidencial de Colombia asesinado por sicarios de Escobar en agosto de
1989.
Maruja Pachón fue liberada junto con el otro periodista
Francisco Santos, pero a cambio, su esposo, Alberto Villamízar –quien
perteneció al movimiento neoliberal de Galán–, tuvo que negociar la
entrega de Escobar a la cárcel La Catedral, que luego él convirtió en su
resort durante su reclusión.
“Él, con su poder de corrupción,
pidió que la guardia fuera del ejército y los compró y luego convirtió
La Catedral en un resort. Tenía jacuzzi y el Gobierno de alguna manera
lo permitió, pero él se fuga un día cuando se da cuenta que lo van a
trasladar”, recuerda la ejecutiva mientras se toma un café en su oficina
en la estación televisiva.
¿Cómo ese evento sacudió su hogar?
Eso
fue terrible. Mi mamá tenía seis hijos; cinco con el primer matrimonio,
y uno con Alberto Villamízar. Después le tocó irse fuera del país; mi
mamá luego vuelve al país y es ministra de Educación, pero digamos que
el secuestro es una experiencia muy dura y uno está siete meses en manos
de una persona que ha mostrado que no tiene ninguna compasión, entonces
estábamos todos los días pensando que la iban a matar.
¿Qué le dice su mamá ahora?
Ella
está muy contenta, está muy orgullosa. Le da miedo ver a Escobar,
porque siente el mismo miedo que sentía cuando estaba secuestrada.
La serie Pablo Escobar: el patrón del mal, que transmite Wapa
los viernes y sábados, fue el desenlace obligatorio después de varios
acercamientos al tema del narcotráfico a través de producciones como Los
protegidos.
“Habíamos contado historias de narcotraficantes, pero
no la del más temido capo de todos, y la historia de Pablo Escobar
marcaba la historia de Colombia durante más de 20 años, y del mundo,
porque después de Al Capone, es el capo más conocido y que más había
trascendido”, sostiene Uribe, madre de una niña de siete años.
“Las
otras historias, al no contarse con nombre propio, pues sus víctimas
tampoco tenían cara ni nombre propio ni las personas que se habían
atrevido a combatirlo y queríamos darles vida a esas historias”, agrega,
quien prefirió suministrar fotos para ilustrar esta entrevista.
Las
opiniones respecto a la serie son tan divididas como la percepción de
la gente sobre el propio Escobar. Para unos es un dios al que le piden
milagros en su lecho de muerte, según descrito en el libro La parábola
de Pablo, que basa la serie, y para otros, es el culpable de todos los
males colombianos.
No obstante, tanto ella como el guionista
Camilo Cano, hijo de Guillermo Cano –director del diario El Espectador y
asesinado por Escobar en 1986–, recibieron un voto de confianza de sus
familiares.
¿Cuán atada está la serie a la realidad?
Es
una mezcla de cosas. Lo que pasó está en la serie. No nos estamos
inventando muertos que no hubo, lo que nos inventamos a veces es el cómo
porque no tenemos información de cómo era su cotidianidad en su casa.
Había todo un mito alrededor de Pablo Escobar, era el Al Capone
viviente, y creo que el narcotráfico es un tema que no ha parado. En esa
época era solo un tema colombiano, después hemos visto que ya es un
tema mexicano, puertorriqueño, mundial. La gente sabe que el
narcotráfico compra políticos, etcétera, lo que la gente no sabía era el
cómo.
¿No es una forma de humanizar a Pablo Escobar?
La
única manera de darle la dimensión que era es que es un ser humano, era
un padre de familia, con una inteligencia increíble dedicada a lo malo.
Hubiera sido mucho maniqueo ponerlo malo desde niño, porque nadie es
asesino como él desde niño; lo que sí queríamos era que la gente viera
que ese niño pícaro que hace trampas y es capaz de robarse una lápida
para pulirla y volverla a vender y luego se dedica al contrabando, o
sea, ese es el camino.
Entiendo que usted lo conoció.
Yo
estudiaba derecho y había una compañera que era prima hermana de él y,
en esa época, no se sabía quién era él. Después de unos exámenes,
dijimos: ‘Ay, quiero descansar’, y ella dijo: ‘Pues vamos a la finca de
mi primo’, y terminamos un grupo allá y yo presencié la llegada de las
jirafas (Escobar tenía un zoológico en su finca), y estando allá todo me
pareció muy raro porque estaban todos armados, era todo muy extraño y
yo me devolví como a los tres días.
Terminado este proyecto, la escritora de guiones para cine y televisión anhela descansar sus energías en una comedia romántica.
Primera hora
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