El regreso del Zafiro se ha visto repleto de improvisaciones, las que dan a entender que el enfoque principal radica en la recuperación inmediata, hasta del último centavo invertido en su desintoxicación, aun termine peor de cómo se encontraba hace meses.
Desde su primera presentación en la gran manzana hasta la fecha, le hemos estado dando seguimiento para poder tener base de lo que decimos, razón por la que podemos asegurar de que el primer y más grave error fue, comenzar a venderlo en los mismos lugares del Bronx en donde hace apenas unos cuantos meses, deambulaba sin rumbo en bicicleta y cantaba por miseria.
Quienes pagaron dos o tres dólares para escucharlo cantar a modo de ayuda, no pueden creer que de la noche a la mañana deban pagar por encima de los $7,000.00 dólares para verlo subir a una tarima, y no es que no se lo merezca, es porque todos sabemos que aún no lo vale.
Decir que sus presentaciones han sido todo un éxito financiero, se estaría confrontando una realidad irrefutable que queda registrada en el monto total de las entradas pagadas en la puerta de los establecimientos y en los desembolsos de la barra proveniente de las ventas de bebidas para poder cubrir el contrato del artista, problema que parece no molestarle a los propietarios de clubes y están arrastrando la mayoría de los artistas que se presentan en la gran manzana.
El Diamante Azul como se hace llamar, ha sido estratégicamente un fracaso, crearon unas expectativas que bien le pudieron funcionar de haberse iniciado la gira, con presentaciones por los estados con mayor cantidad de dominicanos, bombardeando los medios con el resultado de las mismas para luego finalizarla en New York la ciudad que lo vio caer.
En apenas semanas de iniciada la tan anunciada gira del Zafiro nadie sabe que está ocurriendo con la tan anunciada nueva etapa del Diamante Azul, pareciera como si se lo hubiese tragado la tierra y todo a nuestro entender por los desacuerdos del equipo que lo maneja donde tanto familiares como manejadores e inversionistas parece dirigirse a puntos diferentes dejando al artista estancado en el mismo sitio.
Presenta aspecto ochentero, con un traje que por más caro que cueste, da a entender ser el único en su ropero, pero además con una melena que pinta a ser peluca la que difiere de cualquier estado de salud y cordura en alguien al que quieren vender como recuperado.
El sostén de sus presentaciones recae en la buena calidad de su orquesta, compuesta por músicos que de manera muy profesional le intentan cubrir sus deficiencias vocales, mientras el zafiro en su afán de sobresalir como en los años 80′ cada vez que abuza del poder de sus cuerdas vocales, tienden a desafinar.
Me siento ser tan fanático del Zafiro como el que más porque viví su época de apogeo, pero es una pena que, se estén cometiendo los errores que aquí yo relato, ojala y, pueda servir para llamar la atención de quienes al parecer sólo están enfocados en beneficiarse hoy, con el temor a que “El Zafiro” no tenga mañana. (SoyLatino.net)
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