Adalberto De la rosa
Aunque se exigió justicia por la muerte de los miembros del Club Héctor J. Díaz, ésta nunca llegó
Como una mancha quedó en la conciencia nacional la muerte de cinco jóvenes deportistas, de menos de 22 años, la madrugada del nueve de octubre de 1971 en el barrio 27 de Febrero atribuida a la denominada “Banda Colorá”( Frente Juvenil Antiterrorista y Anticomunista).
Los asesinatos, supuestamente en venganza por la muerte de un miembro de la banda, incrementó el terror social imperante en esa época, por la forma como fueron ejecutados y esparcidos los cuerpos en varias zonas . Un cuerpo apareció en Quita Sueño de Haina, otro en el Play de la Normal, el otro en lo que es hoy la avenida Charles de Gaulle y el otro cuerpo fue lanzado en la avenida Sarasota.
Rubén Darío Sandoval, de 16 años; Reyes Andrés Florentino Santana, Víctor Fernández Checo y Gerardo Bautista Gómez, los tres de 18 años de edad, y Radhamés Peláez Tejeda, de 21 fueron, secuestrados por una patrulla policial y miembros de la temible Banda Colorá en momentos en que compraban velas para el velatorio de un amigo que había fallecido en un accidente de tránsito.
Todos pertenecían al Club Héctor J. Díaz, una importante organización deportiva y cultural, que aún se mantiene próximo a la cabecera del puente Francisco del Rosario Sánchez en la avenida Padre Castellanos, antigua 17.
La muerte de esos jóvenes exacerbó los ánimos no solo de la barriada a la que pertenecían, sino de toda la sociedad y en especial del movimiento de clubes que repudió la acción y reclamó justicia, la que aún no llega a pesar de que han transcurrido 41 años.
Aunque el presidente Joaquín Balaguer, aparentemente, expresó su repudio a los asesinatos, con la destitución del jefe de la Policía, Enrique Pérez y Pérez, y en su lugar designó a Rafael Nivar Seijas, así como con el sometimiento a la Justicia de varios policías, incluido un oficial, el caso quedó impune.
Las muertes causaron indignación
Pablo Graciano Cruz, dirigente clubístico de la época, y residente cercano al Club,dijo que a partir de la matanza, las organizaciones se reforzaron y hubo mayor sensibilidad de la juventud y la población en general.
Aclara que la gente se integró más a la lucha contra la Banda Colorá, pero después de una investigación se dieron cuenta de que los asesinos eran policías dirigido por un oficial de apellido Álvarez, que aunque fue sometido a la Justicia, luego lo sacaron del país.
“Después de ese hecho los clubes alcanzaron un desarrollo mucho más amplio, no solo en los deportes sino por los intereses de los barrios”.
Leonel Carrasco, quien dirigió el Club Maurico Báez en cinco ocasiones, dice que la indignación por la matanza hizo que el Mauricio Báez levantara la bandera de la protesta.
Explica que todos los jóvenes se unieron en un solo bloque y defendieron “ese pulmón por donde se respiraba aire puro que eran los clubes”.
Carrasco sostiene que fue un hecho muy penoso que se convirtió en el caldo de cultivo para más movilizaciones de los jóvenes organizados en los distintos clubes.
Las protestas siguieron incrementándose por todo el país, contando con la solidaridad de muchos otros jóvenes de distintos países latinoamericanos que también soñaban con un cambio en los estamentos gubernamentales de la época en sus respectivos países.
Un gesto solidario artístico internacional
Una de las más importantes manifestaciones de solidaridad latinoamericana ante la opresión a que eran sometidos muchos jóvenes, campesinos y la sociedad en general en esos tiempos, fue la celebración en el país del Primer Encuentro Internacional de la Nueva Canción, conocido como “7 Días con el Pueblo”, celebrado desde final de noviembre hasta principio de diciembre de 1977.
La actividad, que se realizó en la Capital, Santiago y San Pedro de Macorís, tuvo como principal organizadora a la Central General de Trabajadores (CGT), pero cientos de jóvenes se integraron, al igual que políticos, intelectuales, críticos al régimen y de otros sectores.
Opinión
Pablo Graciano Cruz
Dirigente clubes de los 70
Relata que muchos de los clubes eran dirigidos por el PRD, que al llegar la democracia en 1978 muchos dirigentes abandonaron la lucha para integrarse al Gobierno, mientras que los grupos de izquierdad también redujeron su participación.
Leonel Carrasco
Atleta y clubista
”En esos tiempos las cosas eran difíciles porque el Gobierno de Balaguer estaba presionando mucho a la juventud que necesitaba una expansión de sus ideas y que hacía a través de los clubes, que de alguna manera eran aceptados por los partidos de izquierda”,
Fuente El Caribe
Los asesinatos, supuestamente en venganza por la muerte de un miembro de la banda, incrementó el terror social imperante en esa época, por la forma como fueron ejecutados y esparcidos los cuerpos en varias zonas . Un cuerpo apareció en Quita Sueño de Haina, otro en el Play de la Normal, el otro en lo que es hoy la avenida Charles de Gaulle y el otro cuerpo fue lanzado en la avenida Sarasota.
Rubén Darío Sandoval, de 16 años; Reyes Andrés Florentino Santana, Víctor Fernández Checo y Gerardo Bautista Gómez, los tres de 18 años de edad, y Radhamés Peláez Tejeda, de 21 fueron, secuestrados por una patrulla policial y miembros de la temible Banda Colorá en momentos en que compraban velas para el velatorio de un amigo que había fallecido en un accidente de tránsito.
Todos pertenecían al Club Héctor J. Díaz, una importante organización deportiva y cultural, que aún se mantiene próximo a la cabecera del puente Francisco del Rosario Sánchez en la avenida Padre Castellanos, antigua 17.
La muerte de esos jóvenes exacerbó los ánimos no solo de la barriada a la que pertenecían, sino de toda la sociedad y en especial del movimiento de clubes que repudió la acción y reclamó justicia, la que aún no llega a pesar de que han transcurrido 41 años.
Aunque el presidente Joaquín Balaguer, aparentemente, expresó su repudio a los asesinatos, con la destitución del jefe de la Policía, Enrique Pérez y Pérez, y en su lugar designó a Rafael Nivar Seijas, así como con el sometimiento a la Justicia de varios policías, incluido un oficial, el caso quedó impune.
Las muertes causaron indignación
Pablo Graciano Cruz, dirigente clubístico de la época, y residente cercano al Club,dijo que a partir de la matanza, las organizaciones se reforzaron y hubo mayor sensibilidad de la juventud y la población en general.
Aclara que la gente se integró más a la lucha contra la Banda Colorá, pero después de una investigación se dieron cuenta de que los asesinos eran policías dirigido por un oficial de apellido Álvarez, que aunque fue sometido a la Justicia, luego lo sacaron del país.
“Después de ese hecho los clubes alcanzaron un desarrollo mucho más amplio, no solo en los deportes sino por los intereses de los barrios”.
Leonel Carrasco, quien dirigió el Club Maurico Báez en cinco ocasiones, dice que la indignación por la matanza hizo que el Mauricio Báez levantara la bandera de la protesta.
Explica que todos los jóvenes se unieron en un solo bloque y defendieron “ese pulmón por donde se respiraba aire puro que eran los clubes”.
Carrasco sostiene que fue un hecho muy penoso que se convirtió en el caldo de cultivo para más movilizaciones de los jóvenes organizados en los distintos clubes.
Las protestas siguieron incrementándose por todo el país, contando con la solidaridad de muchos otros jóvenes de distintos países latinoamericanos que también soñaban con un cambio en los estamentos gubernamentales de la época en sus respectivos países.
Un gesto solidario artístico internacional
Una de las más importantes manifestaciones de solidaridad latinoamericana ante la opresión a que eran sometidos muchos jóvenes, campesinos y la sociedad en general en esos tiempos, fue la celebración en el país del Primer Encuentro Internacional de la Nueva Canción, conocido como “7 Días con el Pueblo”, celebrado desde final de noviembre hasta principio de diciembre de 1977.
La actividad, que se realizó en la Capital, Santiago y San Pedro de Macorís, tuvo como principal organizadora a la Central General de Trabajadores (CGT), pero cientos de jóvenes se integraron, al igual que políticos, intelectuales, críticos al régimen y de otros sectores.
Opinión
Pablo Graciano Cruz
Dirigente clubes de los 70
Relata que muchos de los clubes eran dirigidos por el PRD, que al llegar la democracia en 1978 muchos dirigentes abandonaron la lucha para integrarse al Gobierno, mientras que los grupos de izquierdad también redujeron su participación.
Leonel Carrasco
Atleta y clubista
”En esos tiempos las cosas eran difíciles porque el Gobierno de Balaguer estaba presionando mucho a la juventud que necesitaba una expansión de sus ideas y que hacía a través de los clubes, que de alguna manera eran aceptados por los partidos de izquierda”,
Fuente El Caribe
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